Se levantaba cada mañana con dificultad, abría la ventana y desayunaba en silencio mirando la pared gris frente a su hogar.
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Celina
Pelo blanco, falda a la rodilla y bolso, partía con paso lento cada mañana en busca de esperanzas para seguir adelante.
Escapes de vejez
La cuadra y media que a diario recorría lentamente hacia el negocio de la esquina, era su rito para capear la soledad.
Espera
Mientras ella no reconocía sus manos como propias, él con infinito amor y paciencia le contaba una aventura cada día, esperando ver el brillo del recuerdo en sus ojos.
Olvidos
Mirando largo rato sus manos trataba de reconocerlas. No podía recordar qué pasó durante los 55 años que las habían envejecido.
Ciclos
Siempre la vio fuerte y heroína, superando todo dolor. Hoy debía cuidarla de su enfermedad como a una niña, acunándola con amor.
Querida
Emocionada fue al supermercado y compró una torta de mil hojas, globos, una serpentina y un ramo de flores violetas. Hoy, al igual que el año anterior, nadie la había llamado para su cumpleaños pero ella aún esperaba cumplir el rito que compartía hace 54 años con su mamá de celebrar con una fiesta a la hora del té.
Esperó que dieran las seis, puso un disco de Juan Gabriel, sirvió cuatro tazas de té con canela sobre la mesa, y le puso las velas a la torta. Esperó hasta las ocho, hasta las nueve, pero nuevamente nadie llegó ni sonó el teléfono.
Esa noche, mientras dormía soñó que llegaba mamá y tomaban el té juntas cantando “querida” a todo pulmón, riendo de buena gana con sus chistes y locuras. Al fin recibió ese saludo de cumpleaños que tanto había esperado. Abrió los ojos, suspiró y pudo dormir en paz.